El orejudo y el ajo puerro
Durante las últimas semanas he regresado a un lugar que me trae intensos y nostálgicos recuerdos de una maravillosa época, en la que acompañé a lo largo de muchas jornadas a los pastores de esta sierra para documentar sus últimas andanzas, concretamente en los barrancos del Gatillo y de la Carrasca en la Sierra de Enguera, muy cerca de la pedanía que en su día fue una alquería musulmana, Casas de Benali. Los frondosos y grandes bosques de estas últimas estribaciones del sistema ibérico y bético, son a menudo rotos por afloramientos rocosos, abrigos encajonados en las zonas altas de estrechos tortuosos e inaccesibles barrancos, todos estos elementos forman imágenes de una gran belleza.
Siguiendo la ruta por los terrenos altos, llego a la Ceja del Barranco del Gatillo donde me encuentro con la casa-venta Corrales, situada en la Cañada Negra, muy cerca de su intersección con la Vereda Real o Cañada de Almansa, denominada aquí también como Cañada Real de Enguera, importante vía de tránsito de los pastores trashumantes que procedentes de las provincias de Cuenca y Teruel, huían del riguroso clima invernal para buscar zonas más benignas donde pasar el invierno. Y a la inversa, estas veredas eran también aprovechadas por los ganados y las cuerdas de mulos, asnos y caballos desde las llanuras cerealistas del Campo de Albacete en sus desplazamientos en busca de los pastos de invierno.
Este caserío totalmente abandonado en mitad del bosque, es ahora refugio de una fauna muy variada que aprovecha cualquier resquicio en sus viejos muros para esconderse y reproducirse. En su interior pude localizar algunos individuos de murciélago orejudo (Plecotus austriacus), un ágil cazador de la noche que se alimenta principalmente de insectos voladores, los cuales los captura cerca de la vegetación muy próxima al suelo. En sucesivas visitas que hice al lugar para controlarlos, comprobé sus salidas y entradas por una ventana de la casa, percatándome también como sobrevolaban unos herbazales contiguos al camino, repletos de ajos puerros (Allium ampeloprasum L.), herba perenne, geófita, con bulbo, de tallo simple no ramificado de sección circular y que pueden alcanzar más de un metro de longitud, y que sobretodo llaman la atención por su agrupación de flores en la parte superior que forman una esfera de unos 7 cm de diámetro aproximadamente, de colores que van desde el rosado o el blanco, pasando por toda la gama de morados o púrpuras.
Este cromatismo y las formas de esta peculiar especie de planta de la familia de las Amaryllidaceae despertó una idea en mi cabeza que tenía que llevar a la práctica, poder fotografiar estos pequeños diablillos, los murciélagos, moviéndose entre las esferas púrpuras. Pero como hacerlo? Intentarlo en medio de aquel campo abarrotado de hierbajos, era poco menos que misión imposible. Después de darle vueltas, al final opté por llevar parte del escenario a la ventana de la casa por donde salían los murciélagos, por lo que conseguí una base de corcho de unos 5 cm de espesor en la cual distribuí espacialmente unos cuantos ajos puerros con sus correspondientes esferas, dejando un hueco en la parte superior derecha por donde supuestamente tenía que pasar nuestro protagonista, colocando toda la estructura en la parte interior de la casa formando un ángulo de 90º respecto de la ventana.
El margen de error fotográficamente hablando era muy escaso, teniendo en cuenta que tenía que hacer frente a tan solo unos pocos individuos cada noche, y las posibilidades de que el murciélago entrara bien eran muy pocas. Por suerte, tan solo necesité dos sesiones para conseguir la imagen que se formó en mi cabeza unas semanas antes.