Grus grus

Una mañana nublada de otoño, mientras el agricultor ordena sus aperos de labranza, escucha un reclamo en el cielo que le resulta inconfundible: grus, grus, grus… Sin salir de la caseta, esbozará una sonrisa y se dirá para sí mismo: “ahí van las grullas, pronto llegarán los fríos”. 

El renqueante canto que emiten las grullas durante su viaje migratorio es una de las bandas sonoras más famosas de nuestra naturaleza. Un sonido tan célebre que incluso le ha valido el nombre científico a la especie: Grus grus.

Emparentadas con garzas y cigüeñas, aunque de tamaño mucho mayor, estas elegantes zancudas pueden superar el metro y medio de altura. Con patas y cuello largos, tienen el pico mucho más corto que las cigüeñas y lucen un plumaje entre gris ceniciento, marrón pardoso y negro, sobre el que resaltan las bellísimas irisaciones rojas del capirote y su amplio antifaz blanco. Todo ello rematado por una cola que no es tal, sino un desmañado plumero de largos penachos colgantes que le da un aspecto grácil y elegante. 

Básicamente vegetarianas, las grullas se alimentan por lo general de granos y semillas, raíces y bulbos. Pero en sus territorios de cría, situados en las zonas húmedas de Escandinavia, Rusia y otras regiones de Eurasia, también capturan anfibios, reptiles y todo tipo de invertebrados. Hasta que llega el frío y el hielo y la nieve clausura los campos. 

En ese momento estas enormes e inconfundibles aves inician su viaje hasta sus cuarteles de invierno, situados en la Península Ibérica. La silueta de los bandos de grullas, con sus características formaciones de escuadra, empiezan a avistarse a mediados de octubre, pero el grueso de la población invernante llega a nuestros humedales y dehesas en noviembre, coincidiendo con la cosecha de bellotas y cuando el suelo de nuestros campos les ofrece aún todo tipo de alimento. 

Aquí permanecerán hasta la llegada de la primavera, desplazándose siempre en grupo desde sus áreas de alimentación en los campos de cultivo y los encinares, hasta sus dormideros. Entre sus lugares favoritos estás las lagunas y los campos de Castilla y León y Aragón, hasta las dehesas de Castilla-La Mancha, Andalucía y Extremadura. En esta última comunidad encuentran su destino favorito, dándose las concentraciones más altas: hasta ochenta mil ejemplares o incluso más en algunos años.

 La población invernante de grulla en España ronda el cuarto de millón de ejemplares. El retorno hacia sus áreas de cría se inicia en el mes de febrero, aunque puede prolongarse hasta los primeros días de la primavera. Cuando lleguen los vencejos, no quedará una sola grulla en nuestros campos.  

Estas populares aves están entre las más queridas por las gentes del campo. En Extremadura son tan queridas que en los pueblos se organizan fiestas de bienvenida y de despedida. Pero donde despiertan auténtica devoción es en los países donde tienen sus áreas de cría.

En Escandinavia, donde la ornitología constituye una de las principales aficiones entre sus habitantes, existen parques naturales y reservas equipadas con puntos de observación e itinerarios especialmente diseñados para disfrutar de su presencia a los que acuden numerosos aficionados sin causarles ninguna molestia. El célebre compositor finlandés Jan Sibelius, que como buen escandinavo era un gran aficionado a la observación de las aves, sentía devoción por las grullas. 

Tanto es así que les dedicó una de sus más delicadas composiciones: su famoso opus 44 “Escena con grullas”. Sibelius murió en el otoño de 1957 en su casa de campo: Ainola, una acogedora vivienda de madera situada a orillas de un lago en el que criaban las grullas. Y sus familiares relataron que dos días antes de su muerte, cuando se sabía gravemente enfermo, escribió esta bella nota de despedida: «creo que las grullas han venido a despedirse esta mañana de mí. Volaban bajo. Nunca las había visto volar tan cerca de mí. Una de ellas se ha separado del grupo y ha trazado una curva en torno a la colina para acercarse a la casa y dar una vuelta alrededor de ella antes de irse, mientras emitía su triste clamor: como si quisiera decirme adiós». Texto: Jose Luis Gallego. https://www.ecogallego

Reproducción de su canto:

Published by

Leave a comment