La serpiente en la cultura popular

En esta entrada de blog voy a hablar sobre los dos géneros de serpientes que habitan en la península ibérica, las culebras y las víboras, pero centrándome más en los mitos y creencias que se han tejido a lo largo de los siglos que en su biología, pues cierta mitología reptiliana de la España profunda todavía persiste en el subconsciente de muchas personas, y es nuestro deber desmontar estas absurdas supersticiones, desmentir estos bulos totalmente infundados que tanto daño les han hecho y por lo que han sido y siguen siendo injustamente perseguidas por el hombre.

Otro gallo les cantaría a nuestras serpientes ibéricas, si ya en etapas tempranas de la escolarización de los niños se les instruyera en el conocimiento de esta especie, indicándoles que, por ejemplo, en nuestras latitudes casi todas las culebras son inofensivas, y solo las únicas serpientes que representan cierto peligro para nuestra integridad es las víbora hocicuda (Vipera latasti), también llamada escurzón, donde su mordedura puede resultar una amarga experiencia, pero solo en casos muy concretos, puede suponer un cierto riesgo para la salud, como pueden ser en personas muy sensibles, con algún tipo de alergia, niños pequeños o ancianos débiles.

“Si la alicantara1 viera y el escurzón oyera, no habría hombre que al campo saliera”.

1 Nombre con que se le da a una culebra que según algunos pastores y serranos, es muy peligrosa, atribuyéndole maravillosas historias: creían en la existencia de unas extraordinarias alicantaras poseedoras de diminutas patas y un par de murcielagonosas alas. Imaginadas como dragones liliputenses.

Y que nadie piense que las serpientes atacan o persiguen deliberadamente al hombre, más bien todo lo contrario, huyen ante la presencia de las personas. Solo si se sienten acosadas o molestadas pueden reaccionar de forma agresiva. Los relatos de la gente que dice que han sido atacadas o perseguidas por serpientes son fruto del miedo o el afán de protagonismo.

Pasemos pues a describir algunas de estas leyendas que todavía en pleno siglo XXI siguen vigentes, lo que demuestra el tremendo desconocimiento que tiene la población en general sobre estos reptiles.

La mayoría de las historias sobre encuentros entre una gran serpiente y el hombre se refieren a la culebra bastarda (Malpolon monspesulanus), un ofidio de gran tamaño (puede alcanzar hasta los 2,20 m de longitud), es gruesa y fuerte, con una ceja que le confiere una mirada amenazadora, pero su mordedura, aunque dolorosa no posee el suficiente veneno como para matar a una persona. Sin embargo, en la tradición de la cultura popular se la describe como un monstruo feroz que recorre el bosque, con la cabeza y el cuerpo muy grande, en algunos casos hasta con pelo en la crin, colmillos de gato, piel manchada de pardo oscuro, muy rápida, con una fuerza descomunal capaz de despedazar a un hombre y mortalmente venenosa (que como ya hemos dicho anteriormente, ni tan siquiera la víbora ibérica tiene un poder ponzoñoso tan terrible).

“Si te pica el alicante, llama al cura que te cante”

Sobre la culebra, siguiendo la línea fantástica, tenemos a las llamadas culebras mamonas, que acostumbran a succionar el pecho de las madres lactantes distraídas, mientras ofrecen su cola al lactante, al que dejan un cerco negro en la boca.

Otros atributos fantásticos que se les atribuye a las culebras, es el poder de hipnotizar a través del canto y la mirada paralizando a la víctima, asi como la facultad para dar grandes saltos y para volar o la capacidad para saltar como una flecha de árbol en árbol: …una vez llegado a lo alto de las ramas, hechos sus asuntos cinegéticos o alimenticios, se encogía sobre si misma, como un muelle, y como flecha disparada por saeta, atravesaba el aire, como impulsada por un resorte, hasta llegar a las ramas del árbol más cercano. Aquí hay que decir que aunque pueda parecer fantástica la capacidad de vuelo de un ofidio, un salto por el aire a corta distancia, mediante impulso o por balanceo es perfectamente factible, pero de ahí a que tengan la capacidad de volar hay un mundo. Las serpientes que más se acercan a este tipo de características, son las que tienen habilidad trepadora, como las culebras bastarda, de herradura y de escalera, pero también la víbora hocicuda.

Otra peculiaridad atribuida, sobre todo a la culebra bastarda pero también a la de herradura y de escalera es la de hincar la cabeza y dar latigazos para defenderse y herir a sus enemigos.

“Si te pica el saetón2, prepara la pala y el azadón”

2”Saetón”, referido a una serpiente que desde los árboles ataca a sus presas llegando a clavarse en ellas y de ahí “saetón”, en el sentido de dardo o saeta.

“El saetón es un reptil mítico que habita tierras yermas. Su ataque es altamente letal: hunde su cabeza en el suelo a escasos metros de la víctima y con su acerada cola castiga sin clemencia las pantorrillas del infortunado viandante hasta causarle la muerte si éste no se pone rápidamente los pies en polvorosa. Se desplaza saltando cual saeta (de ahí su nombre) de árbol en árbol, y su bífida lengua rebosa maldad”.

“El yáculo se arroja desde las ramas de un árbol, de modo que no es solamente peligrosa en tierra, sino que vuela a través del aire como el proyectil de una catapulta”. Plinio el Viejo [siglo I] (Historia Natural, Libro 8, 35). 

“El yáculo es una serpiente voladora. Saltan desde los árboles y se lanzan sobre los animales que pasan, a lo cual deben su nombre, saeteras (iaculi)”. Isidoro de Sevilla [siglo VII] (Etimologías, Libro 12, 4:29).

“Cuando están agarradas a los árboles, la cola juntan a la cabeza, de modo que forman la figura de un arco, y al modo de las jabalinas o de las flechas, con el ruido que pueda ser percibido de éstas, se lanzan y muerden”.

La realidad es que las serpientes son animales de carne y hueso, sin poderes sobrenaturales o intenciones malignas, que cumplen un importante papel en el equilibrio de nuestros ecosistemas, actuando como depredadores de pequeños animales, como los roedores, y siendo a su vez presas de muchos otros animales, que en la actualidad están sufriendo la transformación del medio y la consecuente pérdida de hábitats favorables, los atropellos masivos en carreteras y la incomprensión de la gente. Si vemos una serpiente lo único que debemos hacer es dejarla en paz. Incluso las víboras son completamente inofensivas si no las molestamos (siempre cabe la posibilidad de no verla, pero entonces es un accidente, similar a pisar un clavo, y no una maldad intrínseca del animal)3.

3 macroistantes.blogspot.com

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