Nazarenos II

 Por estas fechas, en cualquier rincón de nuestra geografía, en las intrincadas calles de nuestros pueblos y ciudades, podemos asistir a las procesiones de Semana Santa, unos solemnes actos, que a ritmo de bombos y tambores, los fieles, en un escenario místico en el que se respira olor a incienso, pasean las imágenes sagradas, todo envuelto en una atmósfera mágica de luces y sombras. De entre todos los elementos que componen estas manifestaciones religiosas, destacan una multitud de figuras cónicas que formando unas filas procesionan siguiendo las cadencias del tañido que retumba entre las calles: los capuchinos. 

Uno de los elementos más característicos de la vestimenta de estos cofrades, es el capirote, también llamado capuz o capuchón según en la región en que nos encontremos, y que se remontan a la época de la Inquisición, durante la Edad Media.

Los capirotes recuerdan al complemento denigrante obligatorio que acompañaba a los condenados por la Inquisición como penitencia a los delitos cometidos por el acusado.

Aunque se han podido constatar procesiones con capirotes en torno al año 1400, lo cierto es que no fue hasta el siglo XVII cuando se popularizaron, primero en Sevilla, para después progresivamente ir extendiéndose entre las distintas cofradías y hermandades de todo el país, pasando así de ser elementos de humillación a símbolos vinculados a la penitencia, que tienen su máxima expresión en la Semana Santa, donde se conmemora la Pasión de Cristo por la remisión de los pecados de los hombres, y su posterior resurrección.

 Respecto a los colores de sus vestimentas, estos no son elegidos al azar, al contrario, los actos litúrgicos que celebran la Semana Santa están envueltos en una simbología meticulosamente cuidada, por lo que la elección de las tonalidades para acompañar a las cofradías y los pasos, también lo están: rojo, Pasión y sangre de Cristo; negro, de luto por la muerte de Cristo; blanco, pureza; morado, penitencia; verde, esperanza… Cada cofradía luce el color que más se adecúa a su causa, incluso pudiendo combinarlos.

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