Panurus biarmicus
1 de diciembre. Laguna de Manjavacas en Mota del Cuervo, Cuenca.
A las puertas del invierno, el frío empieza a hacerse de notar por toda la Península y especialmente, en sus zonas más interiores, como es el caso del lugar al que vamos a visitar este fin de semana: La laguna de Manjavacas. El objetivo de este viaje, no es otro que el de intentar fotografiar una pequeña ave muy peculiar, castaño anaranjada, de cola larga, vuelo ondulante y que se mueve entre el carrizal como pez en el agua.
La laguna de Manjavacas, con una superficie de aproximadamente un kilómetro cuadrado y situada a 670 metros de altitud, se encuentra en el término municipal de Mota del Cuervo, en la provincia de Cuenca. Está acompañada de otras lagunas menores, la de Sánchez Gómez, Alcahozo, la Dehesilla, Navaluengo y Maljarejo, un complejo lagunar perteneciente a la cuenca alta del río Záncara (alto Guadiana). Sus aguas tienen una salinidad media en la que hay un exceso de nutrientes nitrófilos que favorece la presencia de una buena superficie de carrizal en la que se encuentra una de las mayores poblaciones de Bigotudo (Panurus biarmicus), un buen lugar para con paciencia y tiempo poder observarlos entre el carrizal (Phragmites australis) y el eneal (Thypa domingensis).
El Bigotudo es un ave básicamente sedentaria en la península ibérica, los machos tienen la cabeza gris azulada con una bigotera negra que les hace muy atractivos.
Se alimenta en verano de áfidos de los juncos e insectos varios que atrapa en los charcos en medio del carrizal, y en invierno de las semillas del carrizo, para ello su sistema digestivo cambia para enfrentarse con las muy diferentes dietas estacionales.
Llegamos a la laguna con las primeras luces de la mañana, que con las recientes lluvias otoñales se encontraba llena, albergando numerosas especies de aves migratorias, como las escandalosas grullas (Grus grus) o los flamencos. Además, en el carrizal pudimos observar al carricero común (Acrocephalus scirpaceus), al buitrón (Cistícola juncidis), al pardillo común (Carduelis cannabina) y al ruiseñor bastardo (Cettia cetti). Pero el protagonista esta vez era el bigotudo que con un poco de paciencia pudimos observar cuando en bandadas y, mientras emitían su inconfundible reclamo, se iban desplazando a través del carrizal, dejando pocas oportunidades para fotografiarlos, aprovechando tan solo esos breves momentos en el que al subirse a lo alto del carrizo se dejaban ver antes de emprender un corto vuelo para cambiar de zona.
Reproducción de su canto: