Ramón García, pastor de Navarrés I
Ramón García, pastor de Navarrés I
DICIEMBRE DE 2008
Acompaño a Ramón y su rebaño por los caminos de la sierra de Navarrés, conocida en valenciano con el bello nombre de El laberint de la lluna plena. Salimos de la carretera que va de Playamonte a la Fuente del Pino, zona montañosa que actualmente se encuentra poblada de chalés. La naturaleza sigue bregando por abrirse camino, pero cada vez se siente más ahogada por la mano del hombre. Es por ello que se da un constante paso de vehículos que entorpecen la labor del pastor en lo que es su hábitat natural, pués nos referimos a una Cañada Real. Advertimos, con una señal del pastor, de la cercanía de los coches, pero él se muestra tranquilo, ha sabido conjugar tradición, costumbre y modernidad, así que insta a la calma: «tranquilo, esto es vereda, es la Cañada Real de Almansa, la Ley nos ampara». Pero, aun así, Ramón alerta a las ovejas con gesto humilde y cargado de civismo, a pesar del nervioso conductor que espera ansioso su paso que le lleve a las arterias principales donde el coche no se detenga ante «súbitas» pérdidas de tiempo. Ramón, en cambio, seguirá sereno su paso mientras da una orde a su perro, que más que orden es un guiño.
A sus 71 años y ya jubilado continua pastoreando a sus ovejas. Actualmente tiene 200 cabezas, y afirma que “mientras me valga de las piernas, aguantaré…”. Vicente Talens, pastor retirado y amigo de fatigas y del cual también hablaremos más adelante, corrobora sus palabras, pues lo conoce bien y sabe de su cabezonería. Concreta que, si Ramón dejara las ovejas se moriría en cuatro días, pues éstas le sustentan y le dan un aliciente que nada en la vida se lo puede proporcionar. De hecho –sigue comentando- que los perros pastores mueren de pena al dejar de salir al monte para ladrar al ganado. Ello es su vida.
“Esta vida es muy dura y sacrificada. Olvidate de fiestas y de tener vida social. Cuando era niño no pude ni ir al colegio. Mi padre me sacó cuando tenía diez años y desde entonces no he parado de pisar el monte. Eso sí, a mi manera he sido feliz, pero he pasado frío, calor, nevadas y todo tipo de calamidades, pero el monte te hace fuerte. Muchas veces llegaba a casa con niebla, sin ver ná, o mojado por una tormenta. No sé como no me he muerto de una pulmonía: ¡mala hierba nunca muere!”
Ramón García Saez nació en el corazón de la sierra el 24 de enero del año 1939, muy cerca de Casas de Benali, en la casa de La Cameta en Bolbaite, muy pronto pasó a la casa del Pajarero también en Bolbaite y situada en el mismo cordel de Benali, allí vivió hasta que lo llamaron para filas. Su alumbramiento, en plena montaña, ya era todo un presagio de amor por la naturaleza. Ramón habla mucho de su padre, él como nadie le enseño a ganarse la vida en pleno monte. Me cuenta que de pequeño en su casa todos los años hacían la matanza del cerdo. Se trataba de un porcino de diez o doce arrobas. Nunca les faltó de nada, no porque no hubiera necesidad, sino porque sus progenitores tenían un envidiable conocimiento de todos los recursos que ofrecía la naturaleza. Cada mañana, él y su hermano, iban a recoger un “costal de leña” para que su madre pudiera cocinar las gacha-migas1 y los gazpachos2. En la montaña –afirma el tío Ramón- que hay pastores que han comido lagartos y serpientes. De hecho, recuerda, como se las cazaban de pequeños, él y su hermano, al tío Marulo. A los animales, eso sí, los alimenta con pienso (alfalfa, maiz y cebada) y paja.
1 Plato típico de la Canal de Navarrés. Gachamiga: Ingredientes: 1/2kg de harina, sal, 2 l de agua, 1 cabeza de ajos, 1 patata grande, un “vasito” de aceite.
2 Plato típico de la Canal de Navarrés. Ingredientes: torta de pan fina cocida a la brasa, caldo de puchero.
Ahora es un pastor jubilado que se limita a sacar a sus ovejas cerca del pueblo. De joven si que las trasladaba lejos. Se veía obligado a realizar trashumancia cuando llegaba la época de la maduración de la oliva y la algarroba hasta que se recogía, por tanto, los desplazamientos que realizaban los pastores de la Canal de Navarrés y, de todos aquellos que serpentean por las sendas del Macizo del Caroig estaba condicionada por este hecho. Una vez recogidos sus frutos el pastor tenía el permiso de los distintos dueños para apurar lo que quedara en el campo. Los pastores realizaban la trashumancia entre el 1 y el 5 de julio, de modo que su estancia estival finalizaba hacia el mes de octubre, una vez superados los calores levantinos. Salía de Navarrés a primeros de julio, regresando el mes de octubre: Todo debido a una Ley que prohibía pastar en el término de Navarrés desde el día de San Jaime (25 julio) hasta octubre, por tal de asegurar la cosecha de estos frutos, ya que las ovejas los estropeaban. Así es que no tenía otra opción que ir a buscar las rastrojeras de cereales de La Mancha, que por esa época los campos de trigo ya habían sido segados. Nuestro pastor, Ramón, salía con su ganado hacia las 5 ó 6 de la tarde y a eso de las 11 de la noche del día siguiente hacia presencia en los campos de Almansa. Era la noche su guía y compañera, sin ningún otro interlocutor que la fidelidad de su perro ¿Cuántos misterios y secretas confesiones habrá escuchado la noche? ¿Qué viejas historias guardará en sus recuerdos? La oscuridad de la noche permitía a Ramón huir de las fuertes horas de sol y calor, es más, la hierba de la sierra, seca por esa época, no permitía muchas alegrías y, con el rocío de la noche eran más comestibles, afín de llegar cuanto antes a las rastrojeras de trigo manchegas y dejar atrás lo antes posible estas montañas. En Almansa establecía su campamento base en los Corrales de Pétrola y Bonete. El trigo se había segado en el mes de junio y a partir de esas fechas los rastrojos eran aprovechados como pastos. Eran rutas muy transitadas, tanto para hacer trashumancia, como para ir en soledad a comprar ovejas de los poblados y caseríos de la Mancha. En esta segunda ocasión al ir se iba en soledad, al volver, en cambio, se volvía acompañado del balar de un pequeño rebaño de ovejas. El oficio pastoril es reflejado en numerosa prosa antigua, como modelo de bondad y buen hacer:
“(…)Por lo que toca a su oficio, aunque es oficio de gobernar y rejir, pero es muy diferente de los otros gobiernos (…) él solo administra todo lo que a grey le conviene; que él la apasta, y la abreva, y la baña, y la traquila, y la cura, y castiga y la reposa, y la recrea y hace música, y la ampara y la defiende”1
“Recuerdo que algunos años me acompañó Vicente Talens que procedente de Villanueva de Castellón llegaba con su rebaño hasta Navarrés y de allí ya salíamos los dos juntos de vereda. Estas rutas también las hacían los pastores a pie, sin las ovejas, cuando iban a comprar animales a los pueblos y caseríos de La Mancha”.
Escucho atento a Ramón recitando poemas cargados de recuerdos y vivencias. Él, mientras tanto, observa el horizonte y apaga un pitillo contra una piedra. Ramón añora ese tiempo perdido, que ya no será y que el mismo tiempo se encargó de borrar. Desde este estado de melancolía me recita otro de sus dichos que tanta carga simbólica encierran, cuando en sus caminos se cruzaba por tierras manchegas. La organización en la Mancha era muy diferente a la de Valencia, durante el periodo de verano, cuando los sesenta pastores de las aldeas manchegas, a cargo del pastoreo de las tierras altas, se encontraban bajo la autoridad del alcalde y éste se ausentaba. El poblado permanecía disfrutando de los derechos y sujeto a las obligaciones indicadas por el Fuero y continuaban siendo por los alcaldes ambulantes, o sea, los pastores y guardas, llamados al orden.
No sabemos cuántas veces, guardas y pastores, se reunían en asambleas especiales para oír decisiones judiciales de los alcaldes en materia de reses extraviadas, ni siquiera si estas reuniones existían de hecho, pero es de suponer que era así, por la necesidad que tenían los pastores de que se custodiara su hacienda. Se percibe con claridad que el pastor es un hombre que tiene mucho tiempo, que tiene que organizar sus propios asuntos, pues los demás, ajenos a su realidad, no conocen lo delicado del oficio lanar:
En la Mancha hay un pastor
que en una sombra de trocha
dándole cuerda a un reloj
y llamando a su cabra mocha (Ramón dice Morica).
La figura de darle cuerda al reloj, bajo la sombra de un árbol, viene a significar la tranquilidad de aquel que no tiene prisa alguna, simplemente tiene que perder el tiempo, esperar horas y horas. De pronto, llama a las ovejas que van a lo suyo y él para romper la soledad establece comunicación con el rebaño y su perro. Rompe el momento cargado de nostalgia con algo que le viene a la mente. Se trata de un acontecimiento desgraciado que vivió un pastor en Ayora, que después de toda una vida de desdichas y de vagar sólo por los desolados montes para sacar adelante su rebaño, un mal rayo lo partió en dos. Lo destrozó junto a una decena de ovejas, pués una terrible y violenta tormenta lo sorprendió en la intemperie de la sierra. Ramón, sin decirlo, se felicita de haber llegado al final del trayecto de una vida cargada de dificultades, y, de alguna manera y calladamente, bendice su suerte.
La trashumancia realizada por Ramón era al revés de la que hacían los pastores de la serranía de Cuenca y Teruel. Estos últimos2 iban desde el interior a los pastos de invierno de la cuenca mediterránea de Valencia, aprovechando el buen clima que les proporcionaban estas tierras. La iniciaban en los meses de octubre y noviembre para huir de las bajas temperaturas de la meseta. Pasaban el invierno, hasta que llegaba el mes de mayo alimentando a su ganado en las tierras bajas de Valencia.
1 Del Mar, E. FR. Luís de León “La Vida Pastoril”. Modelos de literatura en prosa, extractos de los más célebres escritores españoles desde el siglo XV hasta el presente. Casa de Juan Chapman, 121, Newgate Street, Londres, 1854, pp. 78-79.
2 El único pastor del cual hablaremos en este libro que actualmente hace la trashumancia desde Cuenca a tierras del Caroig, es Fermín Muñoz.
La Vereda que hacia Ramón enlazaba el cordel de Benali con la Cañada Real de Almansa: arrancaba desde el Caserío de Benali, precioso y elevado enclave en los altos de la sierra, a la vista de la cima del Caroig, en el silencio y la soledad de oscuros bosques, donde reposa la mirada y el espíritu y en el que una copiosa fuente en sus inmediaciones fue aguada de los rebaños locales y trashumantes, privilegio natural de este lugar en la vida pastoril, en el entramado de los caminos de la ganadería y su importancia económica. Los primeros metros después de dejar atrás el caserío discurren por la carretera CV-584 que dejaremos tomando un desvío a la derecha en el cruce con la Cañada Real de Almansa, siguiendo por una pista forestal hasta llegar a la Cruz de Galimo dirección a la Fuente Huesca para bordeando después la Casa de la Cebolleja tomar la dirección Serradores y Casa La Matea, Umbría Negra, Casa la Segurana, Casas Sujel, cementerio de Almansa para llegar al final de la vereda a Pétrola/Bonete.
Abrevaderos en esta ruta: Benali, La Cebolla, Fuente La Rosa, Sujel y Segurana.
En Navarrés llegaron a contarse alrededor de treinta pastores, sin duda era un negocio del todo rentable y valorado.