Ramón García, pastor de Navarrés II

Ramón García, pastor de Navarrés II

Una fría y helada tarde del mes de enero, regresamos a uno de los dos corrales que el pastor tiene en la sierra. Esta vez nos dirigimos al que tiene cerca del camino que lleva a la Fuente del Pino. El corral está enclavado al Pie-de-Monte de la sierra, en una zona de secano llena de bancales de oliveras y garroferos. A su vera: abundante agua, aire, sonido de esquilas, agrupamiento de ovejas y el balido de las mismas. Nada escapa a esta estampa tan singular, a priori podría parecer simple, pero si uno se detiene está cargada de histórico significado. Ya en el año 570 a.C. se conoce la célebre imagen del Moscóforo, procedente del arte arcaico griego construido en el monte Hymettos: es un personaje portando un ternero sobre sus hombros y que simboliza la imagen del Buen Pastor que en todo momento vigila y guarda su rebaño.

Tras abandonar los pastos cercanos a la población, nos adentramos primero por un “ramal” que nos lleva directamente al secano. Cruzamos un gran trecho que atraviesa un barranco para acortar el camino, y subiendo unos metros por una pequeña cuesta alcanzamos, ya de noche, el corral. Al fondo en el bosque se escucha al cárabo o caro como dicen aquí en Navarrés. Ramón conoce algunas historias acerca de este misterioso pájaro nocturno. Más tarde, al calor de la lumbre, me cuenta: “en tiempos de mis abuelos había un pastor llamado Caro, éste invitó un día al Señor (Dios) a una cena, y el pastor en vez de ponerle un cabrito en el plato le puso un gato. Cuando se dispuso a comer el Señor dijo: “Si eres cabrito estate quietito, y si eres gatito blinca el platito” y salió un gato maullando (Ramón se ríe). Y entonces el Señor le dijo: “Caro eres y Caro serás, pero tus cabras ya no las encontrarás” y dicen que son las monteses, esas que van por ahí esbarriás (perdidas) y él (el pastor) es el pájaro ese, el Caro.

Y hubo otro pastor de Ayora que se apodaba “Paticas de Acero”, pequeñote pero que corría como un demonio aquel hombre. Una noche estando de “majà1” con su rebaño de cabras blancas, un caro desde la copa de un pino empezó a ulular (Ramón empieza a imitarlo su canto), y los mansos de piedra empezaban a ir derechos hacia donde estaba el pájaro, pensando que era el pastor quien les gritaba, arrastrando también todo el rebaño hacia allí, una vez las cabras debajo del pino, el pájaro volaba a otro pino más lejos, llevándose al rebaño de la “majà”, no dejándolas quietas en toda la noche”.

1 La “majá” es una expresión local que significa “pasar la noche al raso con las ovejas”.

EN LOS DUROS INVIERNOS…”y yo con el macho arrastrando ramas de pino a la puerta del corral porque estaba todo nevao, todo tapado de nieve, y al otro día con el garrote y un palo espolsando la nieve a los romeros para que se quedaran destapados y ellas (las ovejas) pegaban cuatro bocados, ¡No hemos padecido nada en esta vida!, ahora no, ahora si quieres, aunque este nevado y no puedan salir las ovejas, llamas por teléfono y tienes todo el pienso que quieras en la puerta: pienso, alfalfa, naranjas, de todo, pero antes no, antes ni había dinero ni facilidades, solo lo que daba el terreno,, recogiendo ramuchas de las oliveras, porque por aquí abajo había naranjos (se refiere a la huerta en Navarrés), pero allí arriba (en los montes del Caroig), no…y nosotros llevábamos la ramucha, hacíamos garbas y las poníamos colgadas en la cuadra. La rama de olivera es muy buena, mejor que la de naranjero, tiene más alimento…”.

Marzo de 2009
Pasamos cerca del Castillo de Navarrés1, es una mañana soleada de primavera. Apetece buscar los primeros rayos solares después del duro invierno. Mientras las ovejas pastan en un bancal perdido, el pastor aprovecha para coger espárragos, en esta época es cuando más tiernos están. Nos detenemos a la sombra de un gran y viejo olivo. Poca gente es capaz de convivir armónicamente con la naturaleza como nos muestra Ramón y aquellas personas que a diario transitan los senderos rurales. Nadie como ellos es capaz de escuchar con atención el latir de una madre tierra que siempre ha dado lo mejor para sus hijos los hombres.

Me habla de la “basquilla”, una enfermedad que reclamaba la constante atención del pastor y que cogen las ovejas cuando llega la primavera y comienzan a comer en demasía las primeras hierbas frescas con las primeras calores. El remedio para esto (muchas morían) era irse a la sierra y ponerlas a dieta haciendo que solo comieran la hierba más dura de la montaña y en poca cantidad.

1 Situado en un pequeño espolón rocoso que domina el cauce del río Júcar y cuya altura es de 380 m., llamada Peña del Fraile. Se trata de una construcción musulmana que más tarde, en la Reconquista, fue aprovechada por los señores feudales.

Cae la noche después de un duro día de pastoreo, las ovejas se retiran al corral a descansar, pues han sido conducidas a frescos pastos. Muy cerca, en un viejo muro, el mochuelo (Athene noctua) regresa a su posadero después de haber alimentado a sus polluelos en el viejo tronco de un algarrobo centenario, donde tiene su nido. Ramón también requiere su descanso, pero aun debe alimentar a unas cuantas gallinas que se amontonan en el corral. Las cría como siempre se ha hecho: panizo y cebada. Parece que en su círculo vital nada haya cambiado. Nada de alimentos químicos, él sabe lo que se come y lo hace a gusto: la gente hoy come muy mal, afirma. De repente se le ve con un par de huevos en las manos y afirma que hoy cenará una buena tortilla con espárragos que ha cogido en el campo.

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