Salticidae
Los saltícidos (Salticidae) son una familia de arañas araneomorfas descrita por J. Blackwall en 1841. Se caracterizan por su capacidad de dar grandes saltos (arañas saltadoras) y su buena vista, una de las mejores entre los artrópodos, capacidades que utilizan para cazar o para desplazarse con mucha precisión. Con 636 géneros y cerca de 7.000 especies descritas, aproximadamente un 13% del total de especies de arañas, los saltícidos son la familia más numerosa.
Viven en una gran variedad de hábitats. Aunque es en los bosques tropicales donde encontramos la mayor parte de las especies, también se encuentran en bosques templados, tierras con matorrales, desiertos, etc., desde la orilla del mar hasta la alta montaña. La araña hallada a más altitud es un saltícido, y la observación se hizo en una expedición al Everest.
Son unas arañas generalmente muy pequeñas, con mucho pelo y presentando una gran variedad de dibujos y colores. Podemos distinguirlas por su patrón de ojos muy característico; son 8 ojos bastante desiguales y dispuestos en 3 hileras. En la fila de enfrente destacan los dos ojos centrales con un tamaño excepcional. Mirando uno de sus grandes ojos podemos observar cómo cambia de color; esto sucede porque la retina, que es la parte más oscura del ojo, se mueve. Tienen muy buena visión especialmente en estos dos ojos centrales anteriores que pueden crear una imagen centrada en la retina. Se ha observado que pueden tener hasta cuatro clases distintas de receptores celulares, con espectros de absorción diferentes, que les da la posibilidad de visión de color tetracromática, con discriminación de color y una sensibilidad que llega hasta la gama del ultravioleta.
Cabe destacar la evolución morfológica que han realizado algunas especies consiguiendo formas que les hacen parecer hormigas, escarabajos, o pseudoescorpiones, y algunas se confunden con una raíz, una ramilla o un fragmento de roca.
Son generalmente diurnos y cazadores muy activos. En sus patas tienen un sistema hidráulico bien desarrollado que actúa mediante un cambio en la presión de la sangre. Esto les permite saltar sin necesidad de tener unas patas largas como una langosta.
Cuando deben saltar atan un filamento de seda a cualquier superficie y, si caen por cualquier razón, pueden subir otra vez por el hilo de seguridad. También utilizan el hilo de seda para tejer una especie de tienda en la que las hembras esconden los huevos para protegerlos o como un refugio en el momento de la muda, momento muy delicado por cualquier animal.
Uno de los comportamientos que caracterizan a los saltícidos es su curiosidad, que es una prueba más de su «inteligencia», entendiendo este grado de inteligencia en el nivel correspondiente –hablamos de artrópodos–. Si uno se dirige a un saltícido y le acerca lentamente la mano podrá observar cómo dirige la cabeza y sus grandes ojos hacia el objeto. Este comportamiento que podemos tachar de «curioso» nos muestra que el animal se interesa por lo que se mueve cerca. Son de las pocas arañas que pueden subir fácilmente por un cristal. Esto es gracias a un pelo minúsculo y unos ganchos que tienen en sus pies, que les permiten apoyarse en las imperfecciones existentes en los cristales.
Los saltícidos capturan su presa saltando sobre ella desde bastante lejos, y pueden dar un bote desde un lugar a otro con gran precisión. En un buen salto pueden recorrer treinta veces su longitud de cuerpo. Y son capaces de realizar elaboradas maniobras en torno a obstáculos para llegar a su presa y cazarla.
También la visión desempeña un papel muy importante en su compleja parada nupcial. En apariencia los machos son habitualmente bastante diferentes a las hembras. Pueden tener pelos con colores muy vistosos, pelos en forma de pluma, también una especie de flecos en las patas delanteras y otras estructuras y modificaciones que llaman mucho la atención.
Toda esta ornamentación es fundamental en el noviazgo visual en el que muestran ostentosamente las partes pintadas o metálicas del cuerpo, haciendo unos curiosos movimientos que podemos describir como una especie de danza ritual. Observando este comportamiento es fácil realizar comparaciones con las paradas nupciales de muchas aves.