Chrysoperla carnea

En esta entrada voy a hablar de un artrópodo precioso que vale la pena conocer. Es bastante común, pero en multitud de ocasiones pasa desapercibido a nuestros ojos.

La Crisopa verde, Chrysoperla carnea, es un fascinante insecto de la familia chrysopidae, ampliamente distribuido por diferentes partes de América, Europa y Asia, que habita la Tierra desde hace 300 millones de años, salvándose de la extinción del Pérmico que aniquiló a 9 de cada 10 especies. En su estadio de larva se manifiestan como unos feroces depredadores de otros insectos como el pulgón, la cochinilla de los cítricos, la araña roja, la mosca blanca, el minador, amén de orugas, polillas, larvas de escarabajo y huevos de insectos entre otros, sirviendo para el control biológico de plagas en agricultura, evitando de este modo el uso de insecticidas y pesticidas sintéticos.

En su etapa adulta, son de color verde pálido con largas antenas y ojos compuestos amarillentos. Tienen una apariencia delicada, con cuatro largas y membranosas alas de unos 6 cm, también verdes, que se recogen sobre su abdomen. No son buenos voladores y tienen un vuelo oscilante. Suelen vivir varios meses. Se alimentan de néctar, polen y melaza que secretan principalmente los pulgones y otros insectos. Con la llegada del invierno se enterraran entre la hojarasca hasta la primavera siguiente, que emergerán para aparearse.

Murciélago hortelano (Eptesicus serotinus) y crisopa

La crisopa deposita más de 400 huevos, de noche y entre los meses de febrero a julio, éstos cuelgan por un filo hilo en el envés de las hojas para protegerlos del intenso calor, y lo hace de forma separada entre ellos para evitar el canibalismo de las larvas en el momento de nacer, pues son muy voraces. Poseen poderosas mandíbulas en forma de pinzas, con las cuales apresan a sus víctimas, a las que inyectaran una especie de enzimas en el interior de sus cuerpos que disolverán sus órganos internos, tras lo cual succionaran la sustancia resultante.

Las larvas en su estadio final y con alrededor de unos ocho milímetros de longitud, formaran un capullo de seda para pasar a la fase de pupa.

Aunque las crisopas no sean tan admiradas como otro tipo de insectos, como pueden ser  las mariquitas o las abejas, no cabe duda de que cumplen un importante papel en el control biológico de las plagas en nuestros campos.

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