Hirundo rustica

La golondrina común Hirundo rustica forma parte y pregonera del buen tiempo de nuestros pueblos y campos. Ave insectívora de vuelo rápido y acrobático, delicada, grácil y aerodinámica, de color negro, con reflejos azules metálicos por arriba y blancos crema en las partes inferiores. Tiene la frente y la garganta rojas y un collar negro. Las alas, largas y apuntadas, muestran tonos blancos en la parte inferior delantera. Construyen sus nidos, en forma de cuenco de barro ensalivado, colocándolos en los techos, vigas y salientes de las casas, desvanes, cuadras, cobertizos y pajares, donde sacaran adelante varias polladas por temporada.

Junto a los vencejos y los aviones son por excelencia los principales emisarios de la primavera, y a pesar de ir vestidos de negro nos llevan la alegría de colores y de vida que la naturaleza exhibe en esa época. Actualmente, con el deterioro rural y el abuso de los productos químicos, nos estamos quedando sin ellas de forma alarmante. La llegada de estas aves viajeras y extraordinariamente beneficiosas, nos llena de optimismo y de energía, pues junto a ellas el solsticio se presenta en su máxima expresión. La infancia, junto a la merienda y un balón de futbol, ha estado desde siempre acompañada por ese trisar tan característico que emiten cuando vuelan. Es obvio que han formado parte del escenario de nuestras vidas desde antaño y su desaparición, junto a la de otras especies, es vivido como irreparable. 

Los días más largos y templados nos trajeron de lejanísimos mundos a las golondrinas comunes, tan frecuentemente consideradas como emisarias de la primavera.

No parecen tiempos propicios para sensibilidades de este tipo, máxime cuando la globalización y el pensamiento líquido tienden a homogeneizar escenarios y reducir vivencias. Ni la política ni los distintos bloques mundiales que se están gestando en la actualidad, diseñados todos ellos en líneas de pintura gruesa, tienen la capacidad de atender a la particularidad ni belleza de cada rincón de nuestras vidas; pues esto merece un trazo fino y delicado. No obstante, a pesar de lo dicho, queremos pensar en positivo y dar un voto de confianza a la propia vida y la capacidad de regeneración de la naturaleza. Todo está en una relación perfecta de simbiosis y su desaparición o mengua hace proliferar todo tipo de insectos que se han quedado sin sus depredadores naturales.   

La oscuridad dentro del cobertizo donde se encontraba el nido, junto a un fondo de terciopelo negro que puse estratégicamente cerca de la ventana por donde accedían las golondrinas, me permitió realizar una serie de tomas buscando una combinación de diferentes luces.

Hace unos años fotografié a las golondrinas en sus entradas a un viejo cobertizo, empleando la técnica de la alta velocidad, pero esta vez fui un paso adelante buscando una imagen distinta, combinando en un mismo escenario la luz de los flashes con la luz continua de unas linternas para crear una estela que proporcionaba a la escena una sensación de movimiento. Ahora, en la tranquilidad que nos permite el descanso estival, muy cerca ya del inicio de sus rutas migratorias, solo nos queda observar al atardecer los grupos de golondrinas y aviones que, junto a los ruidosos vencejos, se persiguen mutuamente describiendo imposibles órbitas sinuosas en torno a los viejos edificios, con la esperanza de volverlas a ver la próxima primavera, después de miles de kilómetros de travesía cruzando mares y tierras que las van a seguir desafiando.

Reproducción de su canto:

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